La tranquilidad de no tener nada que ocultar, no tiene precio

Deshacer la cama con la conciencia tranquila no tiene precio. Porque quien no tiene nada que ocultar, deja las cosas claras desde un principio y opta siempre por la verdad respetuosa antes que por la mentira  de doble filo o el engaño piadoso, descansa como un niño y vive como el adulto que entiende y aplica el arte de la honestidad.