La geometría es una de las ciencias más antiguas. Inicialmente está constituida en un cuerpo de conocimientos prácticos en relación con las longitudes, áreas y volúmenes. La civilización babilónica fue una de las primeras culturas en incorporar el estudio de la geometría. La invención de la rueda abrió el camino al estudio de la circunferencia y posteriormente al descubrimiento del número π (pi); También desarrollaron el sistema sexagesimal, al conocer que cada año cuenta con 365 días, además implementaron una fórmula para calcular el área del trapecio rectángulo.[2] En el Antiguo Egipto estaba muy desarrollada, según los textos de Heródoto, Estrabón y Diodoro Sículo. Euclides, en el siglo III a. C. configuró la geometría[3] en forma axiomática y constructiva, tratamiento que estableció una norma a seguir durante muchos siglos: la geometría euclidiana descrita en Los Elementos.
El estudio de la astronomía y la cartografía, tratando de determinar las posiciones de estrellas y planetas en la esfera celeste, sirvió como importante fuente de resolución de problemas geométricos durante más de un milenio. René Descartes desarrolló simultáneamente el álgebra de ecuaciones y la geometría analítica, marcando una nueva etapa, donde las figuras geométricas, tales como las curvas planas, podrían ser representadas analíticamente, es decir, con funciones y ecuaciones. La geometría se enriquece con el estudio de la estructura intrínseca de los entes geométricos que analizan Euler y Gauss, que condujo a la creación de la topología y la geometría diferencial.
La geometría es una de las ciencias más antiguas. Inicialmente está constituida en un cuerpo de conocimientos prácticos en relación con las longitudes, áreas y volúmenes. La civilización babilónica fue una de las primeras culturas en incorporar el estudio de la geometría. La invención de la rueda abrió el camino al estudio de la circunferencia y posteriormente al descubrimiento del número π (pi); También desarrollaron el sistema sexagesimal, al conocer que cada año cuenta con 365 días, además implementaron una fórmula para calcular el área del trapecio rectángulo.[2] En el Antiguo Egipto estaba muy desarrollada, según los textos de Heródoto, Estrabón y Diodoro Sículo. Euclides, en el siglo III a. C. configuró la geometría[3] en forma axiomática y constructiva, tratamiento que estableció una norma a seguir durante muchos siglos: la geometría euclidiana descrita en Los Elementos.
El estudio de la astronomía y la cartografía, tratando de determinar las posiciones de estrellas y planetas en la esfera celeste, sirvió como importante fuente de resolución de problemas geométricos durante más de un milenio. René Descartes desarrolló simultáneamente el álgebra de ecuaciones y la geometría analítica, marcando una nueva etapa, donde las figuras geométricas, tales como las curvas planas, podrían ser representadas analíticamente, es decir, con funciones y ecuaciones. La geometría se enriquece con el estudio de la estructura intrínseca de los entes geométricos que analizan Euler y Gauss, que condujo a la creación de la topología y la geometría diferencial.
Ser en la vida romero, romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos. Ser en la vida romero, sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo. Ser en la vida romero, romero…, sólo romero. Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, ligero, siempre ligero.
Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo, ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos para que nunca recemos como el sacristán los rezos, ni como el cómico viejo digamos los versos. La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos, decía el príncipe Hamlet, viendo cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo un sepulturero. No sabiendo los oficios los haremos con respeto. Para enterrar a los muertos como debemos cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero. Un día todos sabemos hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo la hizo Sancho el escudero y el villano Pedro Crespo.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo. Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento y bajo todos los cielos, poetas, nunca cantemos la vida de un mismo pueblo ni la flor de un solo huerto. Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros.
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De la gloria a tus pitones, bajé, gorrión de oro, a jugar contigo al toro, no a pedirte explicaciones. ¡A ver si te las compones y vuelves vivo al chiquero!
Es tarea también de la administración local defender algo tan nuestro y un bien tan escaso como nuestros toreros locales. Necesitamos referentes entre nuestros jóvenes para mimar y cuidar de una fiesta que es arte y cultura, que es tradición e historia. Si tenemos un torero, apoyémosle porque se ha ganado un hueco en nuestra plaza.
Ese fue su apodo desde que comenzara su brillante carrera en la que revolucionó la concepción de la imagen procesional. Nació el 22 de mayo de 1949 en el seno de una familia vecina del barrio de San José Obrero, para el que precisamente realizó su Virgen de los Dolores en 1962, con tan solo 13 años. Su juventud le valió para llevar consigo el sobrenombre del «Niño imaginero». Ese joven que recibió enseñanzas de otros artistas como Francisco Buiza, Rafael Barbero, Antonio Eslava o Sebastián Santos; firmó en 1966 una de sus dolorosas más hermosas y a la cuál Luis le ha procesado una constante devoción: La Virgen de Guadalupe de la hermandad de las Aguas. Su casa en Gines -donde ha desarrollado sus últimas décadas de trabajo- y su hija, llevan el nombre de esta popular imagen.
Su producción se cuenta por más de mil todo el mundo, entre imágenes titulares, secundarias, profanas y para particulares. De sus manos han salido tallas para Sevilla, provincia, Andalucía, España y el extranjero; algunas tan conocidas como la Macarena de Nueva York, la Virgen del Amparo de La Habana o «el Cristo de los futbolistas» para la Catedral de Buenos Aires. Su modelo ha sido imitado por muchos escultores. En este caso, la Esperanza de la Trinidad ha jugado un papel decisivo en su vida, sirviendo de influencia en la mayor parte de las dolorosas de su producción. Del mismo modo, ha jugado un papel decisivo en intervención y restauración de imágenes, destacando sobre todas las del Cristo de las Tres Caídas en 1982 y la de la Esperanza de Triana en 1989, que le otorgó el aspecto actual a la dolroosa. Entre otras distinciones, el 17 de enero del 2006, fue nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.
Álvarez Duarte es todo un símbolo de la Semana Santa que se marcha. Un nombre enmarcado en el Olimpo de los que han hecho posible esta celebración y ha sido pieza clave para entender la religiosidad popular de los últimos cincuenta años en España. Con él se marcha una forma única de esculpir nacida de manera rotunda de la escuela sevillana que él tanto defendió.